ARTÍCULO: Panamá también puede ser Olímpica

"LOS JUEGOS OLÍMPICOS COMO ESPEJO: si Jamaica puede, Panamá también"

Ezequiel R. Rodriguez Rey (10 de agosto 2012)

Feliz idea, la de los griegos, el instaurar una tregua entre Ciudades-Estados beligerantes para reconducir un diálogo, arrebatando así a la violencia el patrimonio exclusivo de la Historia. No es escaso el legado de Grecia al acervo cultural de la Humanidad.

Aceptado el afortunado concepto de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad y de su repesca moderna hace poco más de 115 años por el Barón Pierre de Coubertin, este festival deportivo cuatrienal es mucho más que la feria del músculo, del mercadeo y de los egos nacionales, por más que algunos de estos hayan intentado sesgarlo hacia su lado. Si bien el poderoso mercado audiovisual mundial ha logrado cotas de influencia y poder sobre el Movimiento Olímpico impensables hace unas décadas, no se nos puede escapar el concepto que la fuerza de su proyección reside en los preceptos sobre los que descansa su prestigio: Competir en Paz, Igualdad de reglas, Universalidad, Respeto, Excelencia y Honor.

Precisamente por esto es que un título olímpico, una posición destacada, la mera clasificación para competir, tienen tanto prestigio. Son símbolos positivos en los que las personas y las sociedades necesitan creer: si no hay fe en un mañana mejor, las velas se quedan sin viento.

Coinciden, por tanto, en tan importante cita las naciones del mundo, con sus respectivos campeones, con sus mejores galas. No es para menos. Medallas hay para pocos, así son las reglas de la competición, pero sería muy reduccionista llamar "éxito" tan sólo al número de medallas. Quien se esmera en superarse de verdad, no puede prescindir, para ser honesto consigo mismo, del esfuerzo orientado, de la mejoría continuada, de la reflexión, de la constancia y de la decisión. Valga esto para vacunarnos del tópico socorrido, si exclusivo, de la "genética" como predeterminante del Destino. Sería aceptar sin discusión, que ya está todo escrito: para quienes creemos en la Educación y la Preparación como herramientas de superación, este fatalismo es sencillamente inaceptable.

En estos días, los panameños hemos asistido, primero con decepción y tristeza, a los modestos y apagados rendimientos de nuestros propios campeones en tan distinguida cita; posteriormente hemos admirado y contemplado maravillados a la exhibición de un pequeño país cercano, hermano diría yo, como Jamaica, haciendo una presentación portentosa, no sólo de su magnífica figura central, un fuera de serie donde se plante, sino de todo un equipo de atletas (y de quienes trabajan detrás, durante décadas, subrayo doblemente) que han catapultado el prestigio de Jamaica y alimentado su autoestima. El "milagro jamaiquino". ¿Podríamos nosotros?

PODEMOS. Para ello primero es imprescindible que seamos honestos, como ciudadanos, como líderes políticos o de opinión, como educadores o estudiantes, como deportistas, entrenadores o dirigentes, si estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para construir una sociedad que brinde a su próxima generación, la que nos va a suceder mañana, la oportunidad de crecer, de explotar su potencial, de explorar y superar sus límites. Ahí reside el reto, el campeonato que Panamá no puede darse el lujo de ignorar. Ahí está el asunto.

Los Juegos Olímpicos, una maravillosa realidad en sí mismos, son también una metáfora del potencial de los países, de las sociedades, de los atletas-ciudadanos que en ellos concurren para dirimir, a ojos de todos, la excelencia de cada cual. Por ello, parte importante de proyección es el concepto de la Superación, no sólo de la mera victoria, el brillante metal. Todo su significado llega a sumar, a mi entender, que el propio mundo no seria igual sin los Juegos Olímpicos. Tan fuertes son los conceptos que representa que han sobrevivido dos Guerras Mundiales e incontables conflictos en el siglo pasado. Y ahi siguen, irradiando su magia.

Esto no resta un ápice, sino que añade al prestigio de la competición, la durísima pugna deportiva que esto supone en esfuerzo físico, mental, anímico, económico, profesional y logístico de preparación y ejecución. Y, añadiría, un adecuado control de calidad posterior, para evaluar en su justa proporción, errores y aciertos. La presión de la competición es tan extrema que, a veces, incluso los mejores del mundo claudican. Lo que sí se puede y debe exigir a quien represente a su país, es que lo haga con todos sus recursos y energía, con todo lo que tiene, sin reservas ni alivios. Esto presupone que previamente se ha educado, apoyado y guiado al atleta mediante una adecuada gestión de recursos, planificación, preparación física, mental, psicológica y médica, todo lo cual significa un considerable, pero ineludible esfuerzo para pasar de la ficción a la superación real.

Aplaudimos con admiración al Deporte y Educación de Jamaica, como lo hace hoy el resto del planeta. De nosotros mismos depende hacernos merecedores de un prestigio similar por parte de los demás y de enorgullecernos de la sociedad que entre todos construimos.

(el autor es médico, es actualmente miembro de la Comisión Médica de la Federación Internacional de Esgrima y es miembro de la Comisión Médica del Comité Olímpico de Panamá, así como atleta de la Selección Nacional de Esgrima)

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